jueves, 30 de octubre de 2008

MUJERES DEL ESTE (Post entero)

VERONIKA PRUDIKOVA
La idea me vino al conocer a Veronika. Ella fue mi guía en un viaje de prensa a la ciudad checa de Karlovy Vary. Siempre había admirado la determinación, el esfuerzo y la disciplina, asociado a las mujeres del Este de Europa, como las tenistas que arrasaban en el circuito profesional. Veronika era todo un ejemplo: a pesar de tener sólo 26 años, hablaba a la perfección español, inglés y alemán, además del checo. Estudiaba Comercio Internacional en Barcelona en donde se pagaba la estancia y los estudios con todo tipo de trabajos; además encontraba tiempo para practicar el baile deportivo de manera profesional-sus padres tienen una academia de baile-y, a veces, para correr hora y media seguida. Empezando por ella busqué a más personas del Este afincados en Cataluña y publiqué el reportaje en el Magazine de Vanguardia con el título de “Memorias del Este”. Yo escribí también los perfiles de los personajes y Celtia Traviesas el texto general. En el blog publico un resumen con las historias de 4 de estas mujeres.



VERONIKA PRUDIKOVA, 26 AÑOS. REPÚBLICA CHECA.


Lo que me sorprende, e incluso molesta, es que me pregunten si lo pasaba mal en mi país. Nos meten en el mismo saco a toda la gente del Este de Europa, cuando existen diferencias abismales entre sus naciones. Yo soy de Karlovy Vary, una ciudad preciosa repleta de balnearios y de turistas. Mi familia goza de una buena posición y nunca me ha faltado de nada. Pero me gusta conocer mundo y a los 18 años ya me fui a vivir a Alemania. Unos años después vine a Peñíscola para aprender español, y estudié Comercio Internacional en Barcelona. Además del español y el checo, hablo inglés, alemán y estoy estudiando francés. Me pagué los estudios con trabajos esporádicos de modelo. A veces tengo suerte y poso un día entero en el Forum para la presentación del nuevo Toyota Auris, una sesión muy bien pagada. Otras, hago de azafata de congresos, muchas horas de pie y siempre sonriendo. Y no desdeño ninguna tarea, como apuntar de 12 de la noche a 6 de la madrugada, en Via Laietana, el número de taxis que pasaban y los que estaban libres.

SESIÓN DE FOTOS EN EL FORUM DE BARCELONA

Comparto piso con varios estudiantes-los alquileres son altísimos-y me encanta la vida nocturna de la ciudad, mucho más divertida que la de Karlovy Vary. Mis padres tienen una academia de baile deportivo, Fontána, y yo lo practico con asiduidad. También, cuando tengo tiempo, algunos fines de semana, corro hora y media a lo largo del Paseo Marítimo. Me encanta el mar y el clima mediterráneo.

CAMINO DE LA ESCUELA DE COMERCIO INTERNACIONAL

PREPARANDO LA ROPA PARA LA SESIÓN DE FOTOS DEL FORUM


ALMA STOJANOVIC, 39 AÑOS. BOSNIA


ALMA EN LA ONG DONDE TRABAJA

En abril de 1992 estalló todo. Soy musulmana y mi marido era mitad serbio y mitad croata. Yo trabajaba como economista en una fábrica de calentadores, en Samac, al norte de Bosnia y teníamos un hijo de año y medio, Nebojsa.
Los tanques llegaron de noche, aunque las diferentes etnias nos habíamos reunido horas antes para prometer que no dejaríamos que ocurriera lo que en el resto de Yugoslavia. Me quedé hasta el 17 de mayo en que me obligaron a salir junto a mi hijo. Mi esposo, Zeljko, se quedó defendiendo la ciudad y murió ese mismo día, aunque no me enteré hasta 6 meses después. Estuvimos un año en un campo de refugiados en Istria, en el norte de Croacia, muy cerca de Italia. De allí pasamos a otro en Alemania. En Istria había conocido a un catalán, Carles, que trabajaba como voluntario para una ONG. Nos enamoramos y me visitó muchas veces en Alemania. En 1996 me vine a vivir a Barcelona y nos casamos .En el 2000 nació Damir, nuestro hijo.
Ahora trabajo como contable en una pequeña ONG, Setem. La historia de amor se desvaneció y Carles y yo nos separamos hace 3 años. Todo lo que pasé me ha servido para ser más fuerte y apreciar mucho lo que tengo. Cuando miro a mí alrededor, veo que la gente, aunque diga “pobres, que mal lo debisteis pasar”, no tiene ni idea. Y la sociedad española, en general, no valora en absoluto todo lo que posee. Pero tendrá que aprenderlo.


EN CASA CON SUS DOS HIJOS



CLAUDIAl CIUCUR, 30 AÑOS. RUMANA.

CLAUDIA EN SU OFICINA DE SABADELL

Siempre he estado enamorada de Barcelona. Conocía la ciudad por guías y programas de televisión, pero nunca imaginé que podría visitarla y, no digamos, vivir aquí.
Soy de una familia de clase media, tengo dos hermanas y vivíamos en Transilvania. El fin del comunismo, en 1989, hizo que unos pocos se enriquecieran y la mayoría se empobreciera. La clase media desapareció. Mis padres, incapaces de ayudarnos, nos dijeron: tenéis que iros al extranjero. Siguiendo sus consejos llegué a Sabadell en agosto de 1999. Mis hermanas mayores ya estaban allí, y al principio fue muy duro. Yo tenía estudios de contabilidad pero tuve que trabajar cuidando a una anciana, en una panadería y, después, limpiando y planchando en casa particulares. Pero, pronto, mi situación empezó a mejorar. Al cabo de un mes entendía absolutamente todas las palabras –ayudada porque el rumano es una lengua latina- y al cabo de siete meses experimenté algo sorprendente: me orientaba mejor por las calles de Sabadell que mis amigos locales, y tenía la sensación de que siempre había vivido allí.



Conocí al que ahora es mi marido, Jonatán, en una fiesta rumana en el campo; hicimos una barbacoa y comimos mititei, un plato típico de mi país. Al poco, empecé a trabajar con él, en una financiera que se ocupa de temas inmobiliarios. Ya hablo catalán y dedico todo mi tiempo libre, como testigo de Jehová, a predicar la doctrina de la esperanza en este mundo atribulado y a enseñar rumano a mis compañeros para que puedan predicar en este idioma.
Estoy muy a gusto aquí. Vivo en Barcelona y trabajo en Sabadell. La gente es maravillosa, yo soy muy tolerante, me he integrado perfectamente, y mi horizonte está abierto de par en par.

CON UN GRUPO FOLCLÓRICO RUMANO


MARIJA TATARCHUC, 60 AÑOS. UCRANIANA

MARIJA Y SU FAMILIA CELEBRAN LA NOCHE VIEJA ORTODOXA

Soy de la región Ivano-Frankiwsk, en los Cárpatos. No tengo estudios y trabajé en lugares muy diversos: en un horno de pan, en una fábrica azucarera, como ayudante de cocina y como vendedora ambulante. Después de la caída de la Unión Soviética y la independencia de Ucrania la situación empeoró mucho. En 1999 tuvimos una reunión familiar con mis dos hijos y sus familias, y decidimos que emigraría para intentar ayudarles. Estaba sola porque mi marido ya había muerto. Pagué 1.500 dólares a una agencia que organizaba el viaje, y conseguía papeles y trabajo en España. Pero era falso; el responsable, un armenio, nos alojó, a 28 personas en un piso de tres habitaciones durante dos meses. No podíamos salir porque nos dijo que, sin conocer el idioma y sin papeles, la policía nos extraditaría. Al acabar los dos meses, ya sin dinero, el armenio me echó a la calle porque dijo que necesitaba el piso para nuevos emigrantes. Mi situación era desesperada, pero sobreviví gracias a las monjas de una iglesia que también me consiguieron trabajo de limpieza en una casa.

MARIJA EN LA CASA DONDE PRESTA SUS SERVICIOS

Fui consiguiendo más empleos y al cabo de un tiempo, llegó mi hijo Iván, su mujer Anna, y mis nietos Basil e Ivanna.
En un día normal como hoy, me levanto a las 6 y limpio unas oficinas de 7,30 a 9,30h. Luego trabajo en una casa de 10,30 h a 14,30h. Después voy a otra casa de 15,30h a 18h, y acabo limpiando otras oficinas de 19h a 22h.
Con el dinero que le envío a mi hija en Ucrania, estamos arreglando una casa en mi pueblo a dónde espero volver al cabo de un tiempo.